La lengua aragonesa constituye un diasistema de hablas locales y comarcales estrechamente
relacionadas tipológica y genéticamente, a las que se une, en la Edad Media, una scripta
administrativa y en la actualidad una protokoiné (aragonés literario común).Es
necesario añadir que en la scripta medieval algunos rasgos genuinos del aragonés son
conscientemente utilizados, otros deliberadamente preteridos y algunos usados,
aparentemente, de modo poco sistemático.
La descripción de una lengua fuertemente estandarizada (francés, castellano, etc.)
suele consistir simplemente en la descripción de la variedad estándar, suficientemente
representativa de todo el diasistema.
Por el contrario, la descripción de una lengua sin tradición escrita ni antigua ni
moderna se hace tomando como base un habla o dialecto (que el lingüista suele considerar
más representativo) y, si acaso, haciendo una dialectología "diferencial" con
respecto a ese dialecto base.
El caso del aragonés se sitúa entre ambos extremos:
a) Las hablas vivas medievales nos son prácticamente desconocidas salvo escasos y
problemáticos indicios.
b) Las hablas modernas han sufrido la erosión del castellano en diversa medida, de
modo que, en ellas, la pérdida o sustitución de elementos lingüísticos genuinamente
aragoneses no ha sido paralela.
c) La scripta medieval presenta un elevado grado de polimorfismo, por lo que no puede
representar fielmente ninguna habla viva de su época. Ese polimorfismo nos ayuda a ver
cuáles son las soluciones genuinamente aragonesas al aparecer frente a otras más
castellanizadas o, en algunos casos, más catalanizadas.
d) El aragonés literario común, que no es monolítico y presenta ciertas diferencias
según los escritores que lo utilizan, pretende representar un sistema coherente y
detalladamente codificado en el que se hallen, integrados sistemáticamente, la mayor
parte de los rasgos propiamente aragoneses, represente a todas las variedades del
diasistema y, por supuesto, sea plenamente funcional.
La descripción que sigue, superficial y no exhaustiva -ni de lejos- se centrará en
aquellos rasgos presentes en la koiné -o de modo razonablemente representativo, en las
hablas modernas- que caractericen tipológicamente al aragonés y sobre los que haya un
amplio consenso.
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